El caso es que a mí me gusta ponerle y esta es la forma que yo uso para que el musgo se reproduzca allí donde lo necesito.
Hay que acercarse al lugar donde se encuentra el musgo que necesitamos, junto a un río, en una pared umbria, cerca de un lago ………
Yo prefiero el musgo de fibra corta o musgo común, que le da una estética particular a la parte superior del sustrato y la parte cercana al nebari. El de fibra larga o sphagnum, que es este, lo uso solo para hacer acodos.
Después de haber quitado unas capas del musgo elegido (tampoco mucho para no romper la estética del lugar) lo traemos a casa.
Lo que hacemos a continuación es colocarlo en una bandeja al sol para que se seque. La idea es que seque durante varios días-semanas y pierda toda la humedad que pueda tener.
Una vez seco todo, tanto el musgo como la tierra a la que va asociado, se machaca y se deja un polvo fino.
Preparamos un Tupper o una bolsa de plástico para el almacenaje. Ese polvo fino ya seco se guarda y se almacena para cuando necesitemos “crear” musgo y tapizar el sustrato.
Cuando llega ese día preparamos el material, en este caso esta maceta con sustrato de turba. Se humedece un poco.
Y echamos ese polvillo que habíamos guardado humedeciendo todo pulverizando suavemente con agua. El musgo seco vuelve a encontrar ahora la humedad necesaria para reproducir las esporas. Todo eso, unido al ambiente húmedo del norte de España hará el resto en unos días (quizá juguemos con una cierta ventaja en esta zona pues el grado de humedad que existe es bastante elevado).
Se pulveriza un poco los primeros días, salvo que exista una buena humedad ambiente.
Lo dejamos bien regado.
El resultado en unos días es esta bonita capa verde que acompaña al bonsai.
Luego, si el ambiente es húmedo el musgo se mantiene solo. Otra cosa es en verano donde habrá que “ayudarle” pulverizando periódicamente.
El musgo de fibra corta, en mi opinión, da mucho juego en la estética del bonsai .